EL JAZZ AYUDA A LOS TIBURONES A ENCONTRAR COMIDA


“Oh, the shark has pretty teeth, dear... And he shows ‘em, pearly white...”, dice la famosa canción Mack the Knife. Louise Armstrong, Frank Sinatra, Bobby Darin y un sinfín de famosos cantantes han hecho su versión del clásico compuesto por el dramaturgo Bertolt Brecht y el compositor Kurt Weill para La ópera de los tres centavos en pleno Tercer Reich.
Aunque se empieza hablando de un tiburón, la canción no hace referencia al poderoso animal marino, si no a un salteador de caminos llamado capitán MacHead, basado en un criminal real llamado Jack Sheppard y que ya había sido adaptado en 1728 por el inglés John Gay para la obra La ópera del mendigo.
Esta es, seguro, una de las canciones más versionadas de la historia. Y no solo en un estilo. Clásica, Jazz, Swing, Rock... todos los especialista han tratado de llevar esta música a su terreno. Pero, y los tiburones, a los que se hace referencia de forma metafórica en la letra, ¿Qué estilo preferirían? Pues probablemente elegirían la opción del jazz, sobre todo si la interpreta una artista tan grande como Ella Fitzgerald.

Algunos pensarán que nos hemos vuelto medio locos, que no tiene ningún sentido preguntarse qué preferencias musicales tiene los escualos. Pero los investigadores de la MacQuarie University no estarán demasiado de acuerdo con esta posición. En ciencia hay que ser capaz de tener miras amplias y eso es lo que ellos han hecho. Según un estudio publicado en la revista Animal Cognition , los tiburones son mucho más sofisticados de lo que mucha gente imagina. Especialmente cuando está en juego la comida. Los expertos decidieron entrenar a los bebés escualos de Port Jackson para asociar distintos tipos de música con una recompensa en forma de alimentos. Y resulta que los animales identificaron rápidamente que, cuando sonaba una canción de jazz, tenían que ir rápidamente hasta un punto fijado de antemano para disfrutar de un sabroso manjar.

”El sonido es realmente importante para los animales acuáticos. Viaja bien bajo el agua y los peces lo utilizan para encontrar comida, escondites e incluso para comunicarse”, explica Catarina Vila-Pouca, del departamento de Ciencias Biológicas y autora principal del estudio. Algunos análisis anteriores incluso han apuntado que los tiburones aprenden a asociar los sonidos de los motores de los barcos, como parte de las actividades de buceo en jaulas, con los alimentos. La investigación pretendía evidenciar que los escualos pueden aprender a asociar de manera relativamente rápida. Lo que hicieron los científicos de MacQuaire fue intentar que los sujetos de estudio diferenciaran entre el jazz y la música clásica. Lo hacían, para había un caso en el que iban totalmente perdidos. ”Cuando sonaba clásica, era obvio que los tiburones sabían que tenían que hacer algo, pero no podían darse cuenta de que tenían que ir a un lugar diferente”, afirma el profesor asociado Culum Brown.

El jazz ayudaba a los tiburones a encontrar la comida. La música clásica, no

”La tarea es más difícil de lo que parece, porque los tiburones tenían que aprender que cada género musical en particular estaba asociado con diferentes lugares. Y, además, cada sitio se combinaba con una recompensa de comida. Lo que no se puede descartar es que, con más entrenamiento, lo hubieran acabado descubriendo”, añaden. 
”A los tiburones generalmente se les subestima cuando se trata de sus habilidades de aprendizaje: la mayoría de las personas los ven como animales instintivos y descerebrados. Tienen, sin embargo, cerebros realmente grandes y obviamente son mucho más inteligentes de lo que queremos asumir”, señala Vila-Pouca. - lavanguardia.com

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